A propósito de la película venezolana AZUL Y NO TAN ROSA
Antes no lo había notado, que pena. Pero me he percatado, espero no tarde, de que el miedo sigue siendo nuestra herramienta de defensa hacia todo aquello que somos realmente. Miedo a expresarnos, miedo a ser aislados, miedo a reconocernos. Mal gastamos años hermosos de nuestra vida intentando “descubrir” quiénes somos, como si ya no lo supiéramos. En mi teoría lo que sucede es que nos empeñamos mucho en ser algo distinto, no tan incómodo, no tan gordo, no tan moreno, no tan feo, no tan negro, no tan bajo, no tan homosexual, no tan silente.
El miedo es una casa confortable de negaciones. ¿Si uno calla mucho algo se le olvida al corazón o a la mente? ¿Un amor, un dolor, una tristeza si se oculta desaparece?. Con el paso del tiempo nos preguntamos qué hubiese pasado si… y guardamos silencio para ocultarnos las respuestas que ya conocemos. Miedo no sólo a lo diferente, a lo distinto o a lo diverso… miedo de no querer saber quién soy, miedo a darnos una buena cachetada un día y escaparnos de la cómoda vida que creamos para que nada nos tocara. Lejanos de lo que nos adversa no encontraremos nunca el verdadero aprendizaje. Hoy amo sin miedo, beso a una jirafa en medio de la plaza y si me da la gana salgo tan desnudo a la calle que lo único que llevo puesto es ropa. Hoy estoy orgulloso de quién soy y reconociéndote tan excepcional te invito a ver, sentir y saber quién eres.
FM
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