EL BAILE
Cruzan en bandadas, interminables, las cacaítas de la tarde. Sombras desesperadas que motean todo a su paso. Cierro los ojos al caminar para dejarme llevar por ellas.
Desde más allá de donde mi mirada alcanza, de donde quizá nunca llegaré a pie, por muy borracho o dormido que esté. Desde el mismo lugar en el que se pierden, de ahí regresan. Millones de ellas regresan y una parte de lo olvidado retorna a nuestras cabezas a toda velocidad, en caída libre y sin el protocolo torturador del recuerdo.
Me detengo. Las reconozco ahora, una a una. Estaban ayer, en esas mismas posiciones, coreografiando algún instante perdido en la memoria, presagiando entre el naranja, dividiendo en el aire algún huérfano lamento… acompañando la mirada de quienes, como yo, están perdidos.
Solté lo que todavía me ataba. Subí a aquel árbol moribundo de tamarindo. Desde la frágil copa tomé un puñado de cacaítas y llegué a ese extraño lugar del que una vez salí.
Jenaro Franco (FM) 06-09-2012
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