CARTA BLANCA A MI MADRE
Voy descalzo, besando mis plantas con la tierra negra. Y el viento jubiloso me pega del pecho y una ráfaga de luz cierra mis ojos.
Sentí jamás una libertad tan pura.
Sin embargo al verte,
Como dormida entre el dolor,
Cualquier destello de felicidad desaparece en mí.
Ahí junto a tu cabello nunca cano
Veo como pilar al cómplice mayor de mi existencia,
Al más noble camarada que niño alguno quiso tener:
Tu ángel: mi hermano.
Madre cuando me vaya
Dame un beso en la frente
Y viste mi cuerpo con una sábana blanca.
Descansa en mi cama como naciendo,
Y ahí, deja que mis dedos ásperos
Toquen tu cara…
Madre cuando me vaya
Abre todas las puertas,
Ve hasta el patio y mira, celosa, al cielo.
Ahí surcando una nube dejaré para ti, una franja de colores,
Madre, para que no vistas de negro.
Abrázala a ella hecha mujer,
Abrázalo a él hecho maduro.
Mamá abraza a mi otra madre
Y a mis otros hermanos.
Deja que la poesía corra
En boca de dolidos,
Y que el chocolate fluya
Como el cauce vivo del río.
Madre cuando me paseen por las calles de mi pueblo,
Quédate en casa conmigo
Y deja a los que creen que estoy en la caja
El sol, la pena, la ausencia y el olvido.
Mamá cuando tengas que llamar a muy lejos
Para anunciar mi retirada…
Di que la amo y que finalmente nuestras distancias
Se hacen ahora más cercanas.
Madre cuando el tiempo te ponga triste
No llores…
Lee cualquier cosa mía tirada en cualquier parte
Y ahí, sabrás encontrarme.
Ahí en la mofada
Ahí con aquel dulce
Ahí cuando cierres los ojos…
Ahí, no me habré ido del todo.
Cuando los tulipanes tintos
Comiencen a rozar mis manos.
Cuando siga caminando desnudo
Por aquel sendero largo.
En cada alegría huérfana
Y no en cada recuerdo lejano
Estaré sonriendo madre.
Sonriendo siempre a tu lado.
Voy descalzo, besando mis plantas con la tierra negra. Y el viento jubiloso me pega del pecho y una ráfaga de luz cierra mis ojos.
Félix Mora 16/01/2009
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